no se lo cuenten a nadie, pero yo también, leo cuando nadie me ve.
Héctor Abad Faciolince
En el transcurso de la historia se ha evidenciado que los seres humanos han tenido la necesidad de plasmar la realidad a través de signos, es así que algunas sociedades antiguas como China o Egipto se determinaban personas especializadas, es decir establecida como profesión, en grabar en tablillas o pintar en seda. No obstante, muchas de estas expresiones sufrieron incontables transmutaciones hasta convertirse en libros al alcance de toda persona que supiera leer, por consecuencia la lectura y la escritura evolucionaron de tal forma que estas actividades estaban inmersas en la vida cotidiana, puesto que por medio de ella se pueden hacer construcciones sociales. De igual forma, la democratización de la lectura y la escritura contrajo otra realidad: la incapacidad de hacerla efectiva para todas las personas sin importar su condición social; por consiguiente, la creación de la escuela obligatoria velaban por brindar el acceso al saber contenido en los libros para formar a un sujeto consciente de su rol en la sociedad con derechos y deberes que se logra por medio del aprendizaje de la lectura.
La enseñanza de la lectura y escritura se realizaba por medio de una técnica que consistía en el trazado de las letras y la correcta pronunciación del texto, posteriormente; a partir de la dominación de la técnica, se pretendía que el estudiante comprendiera el texto y produjera textos, pero muchos no lograban este objetivo, por consiguiente la noción de fracaso escolar aparece como problema patológico que impide aprovechar la enseñanza de estos procesos. Frente a esta problemática han surgido diversas teorías que se comenzaron a gestar en los años cincuenta con las corrientes lingüísticas estructuralistas que renovaron la enseñanza de la lectura por medio de la búsqueda de significado correspondiente al contexto del estudiante que posteriormente evoluciona a la oración como unidad máxima unidad del lenguaje con sentido.
Sin embargo, pese a estos avances sobre la enseñanza de estos procesos, la realidad es otra, puesto que la sociedad presenta una apatía frente a la lectura y la escritura, además se limita a la búsqueda de información; este fenómeno es llamado iletrismo, por consecuencia cabe preguntarse cuál es la función de la lectura en el desarrollo de una sociedad actual. Ahora bien, en un mundo donde cada vez está más informatizado, las personas deben tomar decisiones sobre la información para crear su propia concepción sobre lo que está sucediendo, por lo tanto en una democracia exige que los individuos sean verdaderamente alfabetizados para elevar su pensamiento y ser libres.
Por otra parte, los esfuerzos educacionales deben estar encaminados a actualizar y formar a maestros que de alguna manera “motiven” al estudiante a tomar la lectura como un acto natural de su condición humana, puesto que así como se aprendió hablar por medio de la imitación y la experiencia resulta de manera semejante la lectura; asimismo en la mente del niño el docente se asocia al conocimiento, y si el niño le agrada el maestro va a tener más interés en asuntos académicos, tal es el ejemplo de Moncho , en la película la lengua de las mariposas, que toma interés al estudio por medio de su maestro que sabe comprender y disipar las inquietudes de su alumno. De igual forma, el profesor no debe ser el único responsable del proceso de aprendizaje del estudiante, sino que su entorno debe contribuir a este desarrollo por medio del ejemplo, también se tener en cuenta que la educación debe ser un proceso vital para la sociedad porque a través de ella se transmiten los “hábitos de hacer, pensar y sentir de los más viejos a los más jóvenes. Sin esta comunicación de ideales, esperanzas, normas y opiniones de aquellos miembros de la sociedad que desaparecen de la vida del grupo a los que llegan a él, la vida social no podría sobrevivir”, es decir se establece un vínculo primordial entre común, comunidad y comunicación , esto es debido a que un elemento que distingue a una comunidad de una asociación meramente física, es el de tener creencias y valores en común, y esto es posible mediante la comunicación.
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